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Los chicos de Humala

Publicado: 2011-09-04

En el Perú cada año se incorporan al primer grado de primaria más de 600 mil niños y niñas de entre 5 y 7 años de edad. Son niños y niñas con iguales derechos consagrados por la Constitución, las leyes nacionales y múltiples acuerdos internacionales. Sus familias pertenecen a todas las clases sociales, grupos étnicos, culturales y lingüísticos que coexisten en el territorio nacional. Más allá de la exactitud relativa de las estadísticas, cerca de la mitad de ellos viven en condiciones de pobreza o pobreza extrema, uno de cada tres habita en área rural y los demás en zona urbana. Si se quiere, se puede obtener del INEI y la RENIEC su distribución exacta por provincia y por distrito y cruzando diversas bases de datos se puede llegar a identificar a cada uno por su nombre y apellidos, además de conocer su condición nutricional y de salud, su lengua materna y su trayectoria preescolar. Las fichas de matrícula escolar, que –según datos  oficiales- incluyen a casi todos los integrantes de estas cohortes en el primer grado, contienen información valiosísima sobre estos pequeños peruanos y sus familias.

El sistema escolar peruano, con su red de escuelas estatales y privadas distribuidas en todo el país, recibe cada año a los nuevos estudiantes de primaria con un ejército de funcionarios, directivos, docentes y administrativos que alcanzan en promedio una proporción de menos de 25 niños y niñas por cada adulto que labora a su servicio. De modo que, se supone, el sistema puede hacer uso de la información existente en las fichas de matrícula, adecuar la enseñanza y monitorear el proceso de aprendizaje de cada estudiante individual para asegurar que todos avancen y logren los aprendizajes esperados en los primeros grados de la Educación Básica. Sin embargo, como sabemos bien los peruanos, la realidad de los resultados está muy alejada del deber ser de las normas y los deseos de los funcionarios. ¿Por qué fracasa nuestro sistema escolar desde los primeros años de la Primaria?

En los últimos años el Ministerio de Educación viene aplicando una evaluación censal anual de logros de aprendizaje al final del segundo grado de primaria, en las áreas de Comunicación y Matemática. Esta evaluación nos ofrece una información parcial –pero valiosa- de lo proporcionado por el sistema escolar peruano a las cohortes de niños y niñas que ingresaron a primaria y completaron el segundo grado durante la gestión del gobierno aprista. Estos estudiantes, “los chicos de García”, en una proporción que supera el 70% obtuvieron puntajes por debajo del nivel esperado para ese momento de su escolaridad; en áreas rurales el fracaso del sistema escolar afectó a más del 90% y en general la incompetencia del sistema perjudicó en mayor medida a los más pobres y más aún a los hablantes de lenguas nativas en la sierra y en la selva. Al contrario de lo que se suele pensar, cuando un niño o una niña no aprenden lo que se espera, es el sistema escolar el que fracasa como proveedor y garante del derecho a una educación de calidad; es el sistema escolar –y no cada niño(a)- el sujeto evaluado en las pruebas nacionales.

Desde un punto de vista legal y ético el sistema escolar no se puede desentender de su obligación de garantizar educación de calidad a esos niños y niñas perjudicados por las deficiencias de las escuelas primarias en sus primeros dos años de estudios. Sin embargo, no se ha informado que el Ministerio de Educación haya adoptado políticas y medidas concretas orientadas a asegurar que al final de la Primaria todos estos niños y niñas –más de medio millón por año- puedan alcanzar efectivamente los resultados educativos que se les promete en la ley y el Diseño Curricular Nacional. Allí se encuentra una herencia del gobierno anterior, una bomba de tiempo escolar, que compromete a la nueva gestión gubernamental.

Al mismo tiempo, corresponde a las nuevas autoridades del Ministerio de Educación y del gobierno asumir la responsabilidad por los resultados educativos que el sistema escolar logrará con la nueva generación de niños y niñas que iniciarán la primaria en los próximos cuatro años, es decir con “los chicos de Humala”. Como en el caso de las cohortes anteriores, a estos niños y niñas se les aplicarán las pruebas de Comunicación y Matemática –y probablemente Ciencias y Ciudadanía- al completar el segundo grado. ¿Cuáles serán los resultados? ¿Cuántos de ellos serán incluidos de verdad en el universo de los peruanos que dominan los instrumentos cognitivos y culturales más básicos para la comunicación, el aprendizaje permanente, la actividad productiva y la plena ciudadanía? Los primeros anuncios sobre las nuevas políticas, medidas y metas son muy alentadores: aumento del presupuesto para la Educación Básica; reforzamiento de la escuela pública; escuelas dignas para todos; aumento significativo de logros de aprendizaje en segundo grado; reducción de la brecha entre zonas rurales y áreas urbanas en la efectividad del sistema escolar; cobertura universal de la educación preescolar con calidad; apoyo integral a las redes de escuelas rurales unidocentes y multigrado.

¿Es realista que el Ministerio de Educación se proponga metas ambiciosas respecto a los resultados que pueden alcanzar los niños y niñas que inician su escolaridad en todo el país? En mi opinión se debe y se puede lograr que una gran mayoría de los estudiantes demuestren los aprendizajes esperados al final de segundo grado, en los próximos tres o cuatro años. Pero es necesario comprender que no basta con medidas técnicas, pedagógicas o normativas; que es un requisito convocar, motivar, acompañar y estimular a los mejores maestros para que enseñen con éxito en los primeros grados, pero entendiendo que la presión sobre los docentes no es suficiente para producir los cambios. Hace falta asumir que se tiene que poner en tensión todo el aparato del sistema escolar, desde las escuelas y redes de escuelas hasta la alta dirección del MINEDU pasando por todas las instancias intermedias, en el marco de una campaña nacional por el inicio exitoso de la educación primaria; entendiendo, sin embargo, que el sistema escolar no puede enfrentar solo el reto de cambiarse a sí mismo y mejorar la educación.

En definitiva, debemos convencernos de que en educación básica sí se puede dar saltos cualitativos en pocos años y que para eso se requiere que el propio Presidente Humala y la Ministra Salas lideren una movilización nacional para la transformación del sistema escolar, porque se trata de un gran desafío estratégico, político y ético, económico, social y cultural. Un desafío que involucra al Estado en todos sus sectores y niveles de gobierno, al mismo tiempo que al conjunto de la sociedad civil que incluye a los padres de familia, los empresarios, las universidades y centros de formación magisterial, los medios de comunicación social, las organizaciones no gubernamentales y asociaciones civiles en general. Todos podemos y tenemos que colaborar para que “los chicos de Humala” sean educados con equidad y calidad desde el principio, sin exclusiones ni discriminaciones. Los peruanos no debemos seguir tolerando que niños y niñas de nuestro país sean privados del dominio de elementos fundamentales de la comunicación, la matemática, la ciencia, la ciudadanía y la convivencia intercultural que necesitan para acceder a una vida buena y contribuir al desarrollo del Perú en el siglo XXI.


Escrito por

Manuel Bello

A los 68 sigo creyendo en la educación para forjar equidad y vida buena, disfrute de la diversidad y superación de desigualdades injustas.


Publicado en

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