"Mistura" en la Educación
No, no voy a proponer un festival gastronómico escolar; aunque no sería una mala idea. Lo que me interesa es aplicar a la educación el concepto de integración y de desarrollo que está detrás del exitoso evento de los cocineros peruanos. “Mistura” es una iniciativa con múltiples virtudes sociales y culturales que hacen mucha falta en el sistema escolar.
Según la Real Academia de la Lengua Española, “mistura” equivale a “mixtura” y tiene tres acepciones: “1. Mezcla, juntura o incorporación de varias cosas. 2. Pan de varias semillas. 3. (Med) Poción compuesta de varios ingredientes.” Pero en el Perú la palabra ya tiene una connotación y un valor local excepcional, por ser el nombre con el que se identifica, desde hace apenas cuatro años, a un evento gastronómico anual, diverso y masivo como pocos, que junta a productores y cocineros de todo el país con ciudadanos de distintos orígenes territoriales, sociales y culturales.
Son varias las lecciones de “Mistura” aplicables al sistema escolar peruano. La primera y quizás la más importante es la idea de la enorme potencialidad positiva de la mezcla, integración o construcción de puentes entre los distintos, aquellos que han estado separados por profundas brechas, en una de las sociedades más desiguales y segregadas del planeta. Los pequeños campesinos proveedores seculares de productos nativos convertidos en aliados estratégicos de los cocineros más sofisticados de las ciudades; el reconocimiento cultural y económico de los saberes tradicionales y las especialidades empíricas de pequeños emprendedores al lado de los conocimientos de los restaurantes más exitosos; la presencia en el mismo espacio público de consumidores de distintos estratos socioeconómicos, con acceso a los mismos bienes y servicios, sin privilegios. Todo ello contrasta con la marcada segregación del sistema escolar peruano, que separa para siempre a los niños y niñas de distintas clases sociales y etnias diversas; un sistema escolar urge transformar si se quiere alcanzar la cohesión social que tanta falta hace para el desarrollo del Perú.
La experiencia de “Mistura” también muestra en la práctica algo que los expertos de la educación intercultural predican desde hace décadas pero que no han podido lograr en las escuelas. Me refiero a las posibilidades y ventajas que se abren para todos a partir del reconocimiento de los valores y saberes de los distintos, en un espacio de intercambio de costumbres y conocimientos que propicia la creatividad y la innovación. Se ha dicho muchas veces que en el Perú la educación tiene que ser intercultural para todos, en caso se quiera una sociedad integrada –de todas las sangres- que se beneficie en todos los terrenos de la suma y la mezcla de culturas, como viene ocurriendo con nuestra gastronomía.
Al mismo tiempo, el éxito extraordinario de la feria gastronómica “Mistura” muestra que en el Perú se pueden lograr grandes objetivos sociales en pocos años, si se actúa con visión, altas expectativas y cumpliendo con ciertas condiciones básicas de gestión estratégica: un liderazgo atractivo, persuasivo y audaz, revolucionario; metas ambiciosas y precisas en sintonía con las necesidades, los sueños y las potencialidades de las comunidades y la población en general; movilización de expertos y de organizaciones de la sociedad y del Estado –en sus diversos niveles de gobierno- junto con los medios de comunicación, los padres de familia y los beneficiarios del cambio: es decir, los estudiantes y el país en su conjunto.
¿Podremos imaginar y luego construir un sistema escolar impregnado de los valores y virtudes de “Mistura”?